El español, nuestra lengua, se adquiere desde la infancia en el contacto con la familia y con el entorno en el que nos desenvolvemos. Cuando llegamos a la escuela ya somos capaces de comunicarnos: conversamos, contamos historias, nos quejamos, expresamos nuestros sentimientos, etcétera. Hemos aprendido a hablar y a escuchar. En los primeros años de la primaria, aprendemos a leer y a escribir. Sin embargo, ya traemos conocimientos de lectura; si bien no conocemos todavía el código escrito, hemos aprendido a "leer”, a interpretar el mundo que nos rodea. Desde luego se trata de una lectura infantil, pues para lograr una interpretación más amplia de la realidad nos hace falta tener mayor experiencia. A lo largo de la vida y hasta el final tenemos vivencias de toda índole que se van almacenando en nuestro cerebro, que hemos procesado, asimilado e incorporado a una larga lista de conocimientos buenos, traumáticos, especializados, pero todos útiles para poder enfrentarnos a un mundo cada vez más complejo y demandante de muchas y diversas competencias y habilidades.
Con seguridad, en algún momento de la clase de español, nos preguntamos: ¿por qué tengo que estudiar mi lengua, si la hablo, la leo, puedo entender cuando hablo con alguien, puedo leer…? Ya en el bachillerato, cuando nos topamos con textos más complicados, conceptos y palabras nuevas, discursos difíciles de descifrar, podemos empezar a reflexionar acerca de lo que aún requerimos para poder desarrollarnos en el mundo que nos espera como adultos. Tal vez sigamos nuestros estudios en la universidad u optemos por una carrera técnica, quizá nuestro deseo sea dedicarnos a algún oficio, a lo mejor todavía no sabemos muy bien cuál será nuestro futuro, pero qué duda cabe de que, hagamos lo que hagamos, no podremos evitar comunicarnos con los demás con distintos propósitos.
Consciente de esa necesidad, el equipo de autoras que elaboró este libro pretende que, a través de sus páginas, los que recurran a él puedan mejorar sus destrezas comunicativas ejercitándose en el uso más adecuado posible de la lengua en diferentes situaciones de intercambio comunicativo. Aspiramos a que, mediante el manejo y conocimiento de diferentes esquemas textuales, nos volvamos más competentes para decidir qué decir, cómo decirlo, cuándo decirlo, para qué decirlo, e inclusive, cuándo callar, con el fin de que tengamos éxito cuando queramos comunicarnos.
La idea de seguir desarrollando las habilidades comunicativas en este nivel parte de una certeza: en los tiempos que nos tocó vivir es imprescindible saber “hacer cosas con las palabras” en forma oral o escrita, o en formas mixtas, con la incorporación de imágenes, dadas las nuevas tecnologías. Si no, corremos el riesgo de ser reprobados en cualquier materia, de perder un trabajo, incluso un amigo…
Se trata de habilidades y conocimientos lingüísticos pero también sociales, debemos aprender a construir y extraer sentidos de lo que leemos y de lo que escribimos, de lo que decimos al hablar y de lo que escuchamos. Igualmente, para comprender e interpretar es preciso utilizar todos esos conocimientos y experiencias almacenadas en nuestro cerebro; no basta con lo que perciben los sentidos, en última instancia, en los procesos que se ponen en marcha al comunicar y comunicarnos vamos más allá de la vista, el oído, la articulación de los sonidos o los movimientos de los dedos al escribir. Gran parte de la interpretación o la comprensión que se produce al intercambiar mensajes está relacionada con esa información, la que está fuera de mensaje, fuera del texto. En suma, aprender a comunicar y a comunicarnos de manera eficiente en nuestra lengua nos permite una mayor participación como ciudadanos en el ámbito público y como individuos en nuestra vida privada.
Los invitamos a recorrer estas páginas que de ninguna manera incluyen todo lo que se puede producir o incluir en la comunicación. Se trata de algunas aproximaciones a lo que en términos generales nos exige la sociedad en cuanto a conocimientos de la lengua para la comunicación. Es decir, no aprenderemos, como en otros tiempos, cómo es la lengua, sino cómo la usamos y cómo podemos usarla mejor. Ésa es la propuesta. En cada módulo, nos obstante, habrá sugerencias para quien quiera profundizar sus conocimientos gramaticales y sobre los propios temas expuestos. No olvidemos que, a fin de cuentas, sólo la práctica sistemática de cualquier destreza puede volvernos expertos.
¡Gracias!
Las autoras