Indice > Química > Módulo I: El mundo macroscópico de las observaciones > 1.1 ¡Comencemos...
1.1 ¡Comencemos a lo grande!... Lo que observamos, clasificamos y medimos
1.1.1 ¡Guácala!, ¿por qué sabe horrible?
Con los materiales jugamos siempre, por ejemplo, cuando decidimos cuál perfume utilizar, o cuando determinamos que nos gusta el chocolate y que el café nos desagrada. También sabemos que hay cosas ricas, venenosas y apestosas. No necesitas saber mucho de las sustancias para decidir si el perfume te parece irresistible, o si la sopa te resulta vomitiva. De esta forma siempre clasificamos: esto me gusta, esto no, esto me hace bien, esto me hace daño. Además de decidir lo que nos gusta de las cosas, o mejor dicho, de agruparlas de acuerdo con nuestros gustos, también jugamos a mezclarlas. Hacemos pasteles de chocolate, le ponemos chícharos a la sopa, evitamos la cebolla y el ajo en algunos alimentos, no tomamos refrescos de cola porque tienen cafeína y ésta nos altera, y nos agrada la ropa de algodón porque es suave. Lo que hacemos al clasificar la materia nos ayuda en el juego del mezclado, aunque a veces nos equivocamos, porque algo que sabe bien cuando está aislado se convierte en algo repugnante al mezclarse con otra cosa, o al revés. Así, caminamos por la vida entre aciertos que nos causan placer y equivocaciones que nos molestan o hacen daño.
Dentro de todos los materiales que nos rodean, hay cosas que son muy populares y que le agradan a casi todos, mientras que otras no le gustan a casi nadie. ¿Será el gusto una defensa natural ante cosas que nos hacen daño? Si piensas que absolutamente todas las sensaciones que disfrutas o sufres se producen porque actúa alguna sustancia en tu organismo, entonces la respuesta a los gustos populares tiene que estar asociada a la química y sus reacciones. ¿Será cierto esto? ¿Cómo podemos saberlo?
"A los que les gusta el chocolate también les gusta el café,
las almendras y la sopa de cebolla". ![]() ¿Por qué el chocolate es fuente de deleite o de martirio? Esta pregunta la resolvieron los científicos hace tiempo. En efecto, el chocolate puede causar gran placer o ser una terrible tortura. El chocolate se hace con cacao y, en sus orígenes, era una bebida reservada para la élite gobernante de los mayas. Cuando los españoles llegaron a México, los aztecas dominaban gran parte del territorio y su economía se basaba en parte en las semillas de cacao. Los nobles aztecas lo consumían y lo consideraban afrodisíaco, prohibiéndoles a las mujeres que lo tomaran. Las semillas de cacao viajaron a Europa con todo y su reputación de "levanta pasiones". En Europa, hombres y mujeres tomaban el chocolate y en el siglo XVIII el gran seductor Casanova afirmó que el chocolate era su bebida favorita. El nombre chocolate deriva de la palabra azteca xocóatl, que significa agua amarga. Era una bebida amarga y sin endulzar que usaron los aztecas con fines religiosos. Después se endulzó para agradar a los paladares europeos. Los antiguos mexicanos hacían bolas de chocolate y varias congregaciones de monjas hicieron tabletas con azúcar, canela y almendras en el siglo XVII. En 1876 el químico suizo Henri Nestlé lo mezcló con leche por primera vez para suavizar su sabor. Pese a lo que Casanova creía, el chocolate no es afrodisíaco, pero sí produce sensación de bienestar. La responsable es una sustancia que se conoce como feniletilamina. Esta sustancia, en estado puro, es un líquido aceitoso que huele a pescado, y se puede preparar en el laboratorio a partir de amoniaco. Cuando la feniletilamina se le inyecta a una persona, el nivel de glucosa en la sangre y la presión sanguínea aumentan. La combinación de estos dos efectos produce una sensación de bienestar y la impresión de estar más despiertos. Al parecer, el chocolate desencadena la liberación de dopamina, la sustancia química del cerebro responsable del sentimiento de felicidad, con lo cual actúa igual que las anfetaminas como el éxtasis. El cuerpo se deshace de la feniletilamina utilizando una enzima llamada monoamino oxidasa. Aquellas personas que no toleran la feniletilamina es porque no producen cantidades suficientes de esa enzima, con lo cual esta sustancia se acumula en su organismo. El exceso de feniletilamina hace que se contraigan las paredes de los vasos sanguíneos del cerebro y se produzcan dolores de cabeza violentos, conocidos como migrañas. ![]() No es esencial reconocer las sustancias responsables de las euforias del chocolate para poder disfrutarlo, pero resulta importante la información si lo que queremos es comprender mejor al mundo que nos rodea. Antes de que se hicieran los análisis químicos del chocolate, nadie se imaginaba que una sustancia aceitosa con olor a pescado, como la feniletilamina, fuera la responsable de los efectos placenteros y tortuosos del chocolate, es más, ni siquiera podemos imaginar que esta sustancia está en el chocolate ya que las deliciosas tabletas no tienen olor a pescado. Resulta importante identificar las sustancias responsables de los distintos efectos del chocolate, porque es claro que todo aquello que contenga feniletilamina tendrá las mismas consecuencias que una tableta de chocolate. Por supuesto que una persona puede, empíricamente, identificar las sustancias que le causan malestar sin saber más, pero hay que recordar que el conocimiento nos da el poder de modificar las cosas y tratar de controlarlas a nuestro antojo... al menos eso es lo que quisiéramos. Clasificamos naturalmente en nuestras actividades cotidianas y eso nos permite después hacer correlaciones como la que posiblemente encontraste en tu encuesta del chocolate. ![]() Con esas similitudes podemos descubrir comportamientos comunes, y a partir de ahí conocer y reconocer ciertas propiedades de los materiales que nos permiten analizarlos, tratarlos y jugar con ellos. Clasificando y analizando fue como se reconoció la sustancia que causa las euforias y las jaquecas del chocolate. Mientras mejor conocemos los objetos que nos rodean, mejor podemos clasificarlos. Imagina que alguien te pide que clasifiques diferentes plantas. ¿Cómo lo harías? Probablemente lo hagas por la forma de sus hojas, si tienen flores o por su tamaño. Si te permitieran experimentar con esas plantas, tal vez llegarías a la conclusión de que algunas son comestibles, otras medicinales y algunas, venenosas. Si las siguieras estudiando, es posible que hasta descubrieras las sustancias que las hacen venenosas o que les otorgan sus propiedades medicinales y entonces las clasificarías en el grupo de plantas que tienen determinada sustancia. Uno de los objetivos de la química, o más bien de las personas que se dedican a ella, es estudiar el comportamiento y las características de las sustancias para entenderlas, modificarlas e incluso imitarlas. Así, para estudiar cualquier material generalmente se observan todas sus características y después se le clasifica. Entre muchas otras, una forma de clasificar la materia es por su composición: ¿se está observando una sola sustancia o una mezcla de varias?
Es un hecho que en nuestra vida cotidiana empleamos un gran número de sustancias provenientes de la industria química, pero ¿para qué sirven las sustancias en mi vida? Escribe un ensayo en el que contestes esta pregunta, pero haciendo referencia a tus necesidades. El ensayo debe contemplar la idea de utilidad y debe tener una extensión de una página.
Compara tus ideas con las de tus compañeros y vean si las sustancias les sirven para lo mismo.
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