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1.1 ¿Qué es y para qué sirve la literatura?
1.1.5 Un diálogo plural

Por otra parte, es preciso tener en cuenta que el concepto de "originalidad" no puede aplicarse en estricto sentido a ningún texto literario, pues todos mantienen relaciones explícitas o implícitas con otros textos y lo que ocurre con frecuencia es que se reelaboren temas, personajes, mitos, recursos formales, u otros aspectos de textos anteriores. En ese sentido, Julia Kristeva afirma que "todos los textos toman forma a la manera de un mosaico de citas, todos los textos son absorción y transformación de otros textos".12

Debido al hecho de que los textos literarios siempre retoman temas, estructuras y motivos precedentes, es que se ha pensado en la literatura en términos de una larga cadena de intercambio y diálogo, en la que el presente reelabora y reinterpreta el pasado, al mismo tiempo que los textos presentes se ofrecen como punto de partida para desarrollos futuros. Pero el diálogo literario, entendido como encuentro con un "otro" —en sentido amplio—, puede expresarse de muy distintas formas. Además del que se entabla —a través del texto— entre el pasado y el presente, también dialoga con otros textos u otras concepciones del mundo, otras convenciones y procedimientos de composición, sin olvidar el diálogo fundamental entre el texto y el lector, entre otras posibilidades.

Como elemento constitutivo de una cultura determinada, toda obra literaria puede ser considerada parte de la experiencia histórica de una colectividad, a través de cuyo contacto es posible acceder al pasado, interpretarlo y —como ocurre con el sentido del texto— transformarlo a través de la lectura, de manera que cada lectura se convierte, en potencia, en un acto creativo que permite reconfigurar el orden existente, es decir, la tradición, ya que, en palabras de T. S. Eliot,"se reajustan las relaciones, proporciones y valores de cada obra en relación con el todo". Así, el fenómeno complejo que constituye la literatura rebasa, con mucho, su actualidad, ya que las obras literarias tienen, por así decirlo, una vida póstuma que rompe los límites de su tiempo y las enriquece con significados nuevos.

Un ejemplo del diálogo entre pasado y presente, entre lector y texto, se plantea en la lectura de los considerados "clásicos", es decir, esos textos que, a pesar de los años y siglos de haber sido creados, siguen encontrando lectores en las generaciones subsiguientes. El ensayista español Azorín describió así la paradoja esencial que implica todo lo "clásico":

¿Qué es un autor clásico? Un autor clásico es un reflejo de nuestra sensibilidad moderna. La paradoja tiene su explicación: un autor clásico no será nada, es decir, no será clásico si no refleja nuestra sensibilidad. Nos vemos en los clásicos a nosotros mismos. Por eso los clásicos evolucionan: evolucionan según cambia y evoluciona la sensibilidad de las generaciones. Complemento de la anterior definición: un autor clásico es un autor que siempre se está formando. No han escrito las obras clásicas sus autores; las va escribiendo la posteridad. No ha escrito Cervantes el Quijote, ni Garcilaso las Églogas, los Sueños los han ido escribiendo los diversos hombres que, a lo largo del tiempo, han ido viendo reflejada en esas obras su sensibilidad. Cuanto más se presta al cambio, tanto más vital es la obra clásica.13

Cabe destacar que la lectura de textos literarios constituye una actividad intelectual y emocional en la que texto y lector se transforman mutuamente. Por una parte, el lector aporta su horizonte histórico y cultural, así como su experiencia vital, íntima y subjetiva, para actualizar el texto y construir sentidos. Y es que el texto literario es una forma significativa que, ciertamente, es producto de su tiempo y de su cultura, pero no constituye una unidad cerrada y concluida, sino que permanece abierta a múltiples lecturas que lo transforman.

La literatura es, pues, un fenómeno complejo y multifacético en el que los textos que leemos como tales se ofrecen al lector como formas que entrañan distintos modos de comprensión, de representación y de explicación del mundo en sus diversos aspectos .

12 Citado en Culler, La poética estructuralista.
13 "Azorín, Lecturas españolas. Espasa Calpe. Madrid, 1964, p. 12. (Colección Austral.)