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Tema 1. La Existencia.
1.3 ¿Cuáles son las características especifícas de la existencia humana?
Como hemos dicho, para algunos filósofos el aspecto fundamental del ser humano y una de sus características más importantes es la conciencia de sí mismo. El hecho de poseer autoconciencia es lo que nos hace personas, lo que nos permite percatarnos de nuestra propia existencia, así como la de los demás y la del mundo. Immanuel Kant lo planteó en los siguientes términos. El hecho de que el hombre pueda tener una representación de su yo lo realza infinitamente por encima de todos los demás seres que viven sobre la Tierra. Gracias a ello el hombre es una persona, y por virtud de la unidad de la conciencia, en medio de todos los cambios que puedan afectarle, es una y la misma persona, esto es, un ser totalmente distinto, por su rango y dignidad, de las cosas.7 La manera en que existe el ser humano es a través de una actitud intencional para consigo mismo y el resto de su entorno (sean personas o cosas). Los seres humanos tenemos un mundo que creamos a partir de nuestra acción intencional; y poseer la capacidad de actuar de manera intencional indica que tenemos una característica muy específica: actuar con base en representaciones intelectuales o mentales. Por ejemplo, si deseo una nieve de limón porque hace mucho calor y cuento con el dinero necesario, puedo ir a la nevería y comprar una. Mi deseo por aplacar mi calor es lo que me llevó a ir a comprar la nieve de limón. Asimismo el deseo, la creencia, el temor, el odio y el amor son rasgos propios del ser humano, que le dan un sentido a nuestras acciones. Pongamos otro ejemplo, el caso de los períodos electorales: alguien puede votar por determinado candidato porque cree en su proyecto político. Actuar intencionalmente es, como dijimos, hacerlo a partir de un conjunto de actitudes, creencias, deseos, temores y demás cosas parecidas. Pero, y esto es muy importante, la intencionalidad siempre está dada desde la primera persona, esto quiere decir que tenemos experiencias del mundo y de los demás desde la perspectiva que nos ofrece nuestra propia subjetividad. Con ello, no queremos decir que sólo tengamos experiencias de nuestro cuerpo o mente, sino que toda experiencia parte de esta situación existencial en la que estamos envueltos y que podemos definir como el ser un “yo”. ¿Qué se quiere decir con esto? Que no hay experiencias o acciones despojadas de un referente personal: si hay experiencia es de un yo que la vive y le da sentido. Así tenemos que la existencia humana se caracteriza tanto por ser intencional como por experimen tarse desde la primera persona. A ello también se refirió Kant cuando dijo: “No me conozco tal y como soy, sino sólo como me manifiesto que permite construir un a mi mismo.8 Sé que existo como un yo, como una subjetividad, o como se dice actualmente: un sujeto, pero, ¿qué significa exactamente esto? Para Descartes, por ejemplo, quiere decir la capacidad para pensarnos a nosotros mismos; lo que en filosofía se llama reflexión. Aunque, la reflexión sólo me dice: “yo soy, yo pienso; existo en tanto que pienso”. Paul Ricoeur, uno de los filósofos franceses más importantes del siglo XX, sostiene que un yo puramente reflexivo no dice mucho. Esto es, si alguien me pregunta “¿quién eres?”, puedo responder al estilo de Descartes “una cosa que piensa”, pero esto no le dice mucho a mi interlocutor sobre mí; él me estaría preguntando quién soy yo y no qué soy yo. Poder decir quién soy implica mencionar algo más que la simple evidencia de que soy un ser autoconsciente. Por eso Ricoeur señala: La primera verdad —yo soy, yo pienso— permanece tan abstracta y vacía como irrefutable. Debe ser “mediatizada” por las representaciones, las acciones, las obras, las instituciones, los monumentos que la objetivan.9 Por ello, otro rasgo fundamental de la existencia humana es el estar dotada de una determinada identidad. Ésta no es algo que se dé por el solo hecho de existir; en el caso de las personas, poseer una identidad no es un asunto natural ni inmediato sino social o cultural. De esta manera, la existencia humana podría entonces definirse como una constante búsqueda por comprender su lugar en el mundo, su relación con los demás y su propia naturaleza. Porque el yo es incapaz de darle sentido a su existencia únicamente a través del pensamiento, la reflexión señala nuestro esfuerzo por existir a través de las acciones y obras que dan testimonio de ello. Este punto es el que hace que la existencia humana devenga un tema de la hermenéutica; es decir, como vimos en el Módulo sobre el Lenguaje, la existencia es objeto de una interpretación. Sólo me comprendo a mí mismo desde las relaciones que establezco con los demás, desde las acciones que realizo todos los días y desde las creencias que sostengo.¿Quién soy yo al margen de lo que hago, pienso y digo? Terminamos esta exposición con la siguiente afirmación de Ricoeur quien sintetiza lo que hemos visto en este tema: Contrariamente a la tradición del cogito y a la pretensión del sujeto de conocerse a sí mismo por intuición inmediata, hay que decir que sólo nos comprendemos mediante el gran rodeo de los signos de la humanidad depositados en las obras culturales.10 7Kant, I., Antropología en sentido pragmático, Alianza, Madrid, 1991, pp. 16-17.
8Kant, I., Crítica de la razón pura, Alfaguara, Madrid, 1988, p. 170. 9Ricoeur, P., El conflicto de las interpretaciones. Ensayos de hermenéutica, FCE, Buenos Aires, 2003, p. 297. 10Ricoeur, P., Del texto a la acción. Ensayos de hermenéutica, FCE, México, 2002, p. 109. |
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