Imagina que estás charlando con un amigo con respecto a las elecciones federales y que él te comenta lo siguiente: "Todos los políticos son iguales, todos son unos corruptos y unos mentirosos. No importa por cuál partido votes, de cualquier forma seremos gobernados por corruptos; estoy convencido que lo mejor es el abstencionismo." ¿Estarías de acuerdo con tu amigo? ¿Cómo le harías para decidir aceptar o rechazar un argumento? Poder decidir si se acepta o no un argumento, supone contar con ciertos conocimientos y habilidades para evaluarlo.
Para poder evaluar argumentos necesitas identificar las características que debe tener un argumento que consideremos contundente y sólido. En términos generales buscamos aceptar argumentos que estén bien estructurados, que nos proporcionen información verdadera y que además sean relevantes respecto de lo que se está discutiendo. Un argumento que reúna tales características será sólido.
Si aceptamos sólo argumentos sólidos tenemos más alta probabilidad de que sean eficaces para aquello en lo cuál los usamos; ya sea para obtener más conocimiento, realizar una investigación con éxito, llegar a acuerdos, tomar decisiones.
Son entonces tres los requisitos que le pedimos a un argumento para que nos parezca digno de ser aceptado:
1. Que tenga una estructura adecuada,
2. Que la información que nos reporta sea verdadera y
3. Que esa información sea efectivamente relevante respecto del tema que se esté tratando.
Para adquirir las herramientas adecuadas con las cuales evaluar un argumento, tenemos que comprender mejor cada uno de estos tres aspectos.